Oscar David Carvajal Trujillo
(04 de Octubre de 2016)
“Solo un pueblo escéptico de la
guerra y maduro para el conflicto
es un pueblo también maduro para
la paz”.[1]
Sé que he escrito más de una vez
sobre la coyuntura, pero nunca se hace más necesario escribir y dar ideas que
este momento histórico que acaba de pasar. El 2 de Octubre de 2016 quedará
marcado para la historia colombiana como el día en que una minoría le dijo NO a
los acuerdos de la habana que pretenden establecer los principios de paz en
nuestro país. Pero a pesar de que los movimientos sociales fuimos insistentes
en hacer campaña por lo que creíamos mejor, hubo bastantes fallas de parte de
nosotros como organización para afrontar la coyuntura. Pero también quiero
decir que no es un momento para llorar o para dejar perder la moral
revolucionaria y combativa, al contrario, tenemos que mostrar que somos capaces
de asumir el momento con serenidad y firmeza, ante el panorama de escepticismo,
la incertidumbre de las mayorías y los asomos de especulación de la derecha
(Uribe y la mal llamada oposición). A continuación pretendo hacer una lectura
política del momento y dejar como propuestas unas bases planteadas que puedan
ayudar a salir de la crisis del pos plebiscito en la que pudiese caer el
movimiento social constructor de paz.
EL PLEBISCITO, EL FRACASO DE LA
DEMOCRACIA REPRESENTATIVA EN COLOMBIA Y LOS GRUPOS SUBALTERNOS EN EL PAPEL DEL
NO
Como primera medida, vemos que
los resultados de la contienda electoral fueron negativos; más que el margen de
diferencia que hubo entre si y no, y la victoria del uribismo frente a santos
resalta ver cómo hubo una gran mayoría de población apática a la problemática
electoral, que a pesar del gran boom publicitario y el show mediático de
costumbre en tv, vemos un 70% de votantes que pasó de largo su falsa
posibilidad de aunque sea decir si o no a la paz. (Esto a parte de 168.000
votos anulados pese a la opción de respuesta sencilla) ¿Triunfó la democracia?
En un país donde la gran mayoría que sufraga vive lejos del conflicto y que
prefiere o votar partidariamente por el no siguiendo intereses ajenos o simplemente no votar (claro, muchos por
trabajar sin condiciones dignas no pudieron acercarse a votar) ¿es esto el
triunfo de la democracia electoral? No podemos dejarnos meter los dedos a la
boca, cuando un método que no es vinculante jurídicamente se usa como consulta
siempre terminan en disputa; más que los problemas que pueda tener el acuerdo o
la problemática de solución de un conflicto armado, unas posiciones
politiqueras con intereses que se abanderan en sentimientos “populares” para
pasar sus intereses a como dé lugar como legítimos.
Lo que generó esta contienda fue
una dilatación del proceso, en donde Uribe y sus intereses (de los ganaderos y
terratenientes paramilitares, etc) logró sacar partido para entrar a negociar
lo acordado como él y su bancada como “representantes legítimos de la voluntad
popular”, y con esto pretenderá pasar como sea lo que él logre poner sobre la
mesa. Vuelve a asomarse su espíritu oportunista para mostrarse como salvador de
los pobres, y a ganar luchas que los sectores verdaderamente revolucionarios
(como la asamblea nacional constituyente) levantaron antes que él y que
simplemente le serán útiles para salvaguardar lo suyo. ¿Y dónde queda la
discusión sobre lo acordado? ¿Quién sabe verdaderamente lo que a los votantes
del no les molesta de los acuerdos? ¿Cómo se logró conocer la opinión de la
gente? Verdaderamente la democracia se quedó en el malgasto de recursos en
votaciones que nunca permiten verdaderamente dar respuesta a los problemas de
fondo y que lo que hacen es encubrir cada vez más lo que verdaderamente es
importante para las grandes mayorías. No pensemos que hemos perdido una batalla
cuando hemos jugado en el campo de la democracia burguesa y de la mentira
electoral, tenemos que entonces recurrir a lo que algunas veces encontramos en
nuestros discursos enérgicos LA CONSTRUCCIÓN DE NUEVAS FORMAS DE HACER
“POLÍTICA SUBALTERNA”. Y con esto pretendo partir con una afirmación. La
mayoría de votantes por el NO fueron verdaderamente esas clases de escasos
recursos, los trabajadores que están excluidos del ejercicio político más que
por desinterés, por desinformación, alienación y enajenación del trabajo. A que
me refiero, pues a que mientras la derecha logra disfrazarse fácilmente de
intereses populares, nosotros la población organizada y que también venimos de
abajo, nos convertimos en una clase media politiquera que poco conoce o que no
sabe cómo llegar al grueso de la población trabajadora. Ahora aclaro el porqué
del uso de la palabra “subalternidad” en mi oración en mayúscula. Permito
entonces pretender acá aclarar el panorama con el aterrizaje de “Subalternidad,
Antagonismo y Autonomía” de Massimo Modonesi[2]
que haciendo una reconstrucción de los tres términos en el campo marxista, da
una mirada que puede orientar los movimientos sociales en América Latina. Pero
específicamente en cuanto a la subalternidad adoptada por el autor
principalmente desde Gramsci, se puede ver que subalternos son los que en el
entendido de una relación de dominación-subalternidad construyen una
subjetividad que los impulsa a romper la hegemonía dominante “El concepto de subalternidad se construye
por ende tratando de entender tanto una subjetividad determinada como su
potencial transformación por medio de la conciencia y la acción política”,
pero también aclarando que “Caracterización
de las que, de aquí en adelante, llamará sistemáticamente clases subalternas (o
grupos subalternos) que empieza a tomar forma, en estas mismas líneas, a partir
de los siguientes elementos distintivos: pluralidad, disgregación, carácter
episódico de su actuar, débil tendencia hacia la unificación “a nivel
provisional” (Modonesi, 2010. Página 32).
Acá nos aporta a la discusión una
mirada gramsciana que necesita ser llevada a la práctica para su revisión en la
realidad, y es que al poder reconocer una clase subalterna, como aquellos que
aunque no son proletarios estructurales propiamente, que aunque sus condiciones
laborales atravesadas por la tercerización del empleo, la falta de garantías
sociales y además que propiamente no se
reconocen en esta estructura proletaria, están en el conflicto que rodea la
dominación (hegemonía) de la burguesía frente a una clase o grupos excluidos
tanto en la dinámica del sistema como en la política y desconocidos así en la
lucha. Continuo citando “En efecto, una
frase puede ser considerada fundacional: (citando a Gramsci, 1975: 2289) “las
clases subalternas sufren siempre la iniciativa de la clase dominante, aun
cuando se rebelan”. Se asienta aquí el piso firme de la experiencia subalterna:
la imposición no violenta y la asimilación de la subordinación, es decir, la
internalización de los valores propuestos por los que dominan o conducen moral
e intelectualmente el proceso histórico” (Ibíd. 34) que como pudimos ver
fue lo que pasó en este momento, donde la clase dominante logró penetrar la
subjetividad de los grupos subordinados (en su mayoría citadinos) que
decidieron votar contra de los acuerdos entre Estado y FARC-EP dejándose así
guiar por la moral de la hegemonía.
“La conclusión política de este acercamiento es que
las telarañas de la hegemonía no pueden ser desmanteladas por un simple y
repentino acto voluntarista sino que deben ser reconocidas y destejidas,
paulatinamente, de la misma manera en que fueron tejidas, en el mismo terreno
subjetivo que recubrieron. En esta dirección, los elementos de caracterización
de la subalternidad que propone Gramsci no solo señalan las ataduras de la
subalternidad sino que, también, simultáneamente, esbozan una teoría de la
conformación política del sujeto en un contexto de dominación y hegemonía,
poniendo el acento en el proceso de autonomización por medio del cual los
subalternos empiezan a dejar de serlo” (Ibíd. Pág. 38)
Acá
es donde tiene que tener cabida entonces la organización como un motor que
pueda recoger la subjetividad de los grupos subalternos que están en la dinámica
de la dominación, ganándose la subjetividad y poniéndola al servicio de la
lucha por lo justo y en contra de la explotación y dominación hegemónica. Es la
tarea entonces de la organización ganar este campo de batalla donde
subjetivamente entendamos como piensa el ciudadano de a píe, sin pretender
ocultar la experiencia, “el folklore y las expresiones populares” que tenga la
masa, sino reconociéndolas en nuestro seno de luchadores de clase y no cayendo
entonces en la racionalidad fragmentaria
entendiendo además que “El enfoque
de la subalternidad configura, por lo tanto, una relación sincrónica y
diacrónica entre subordinación y resistencia evitando la rigidez de los
esquemas dualistas que aparecieron en la tradición marxista: conciencia/falsa
conciencia, racionalidad/irracionalidad, espontaneidad/dirección consciente,
clase en sí/clase para sí” (Ibíd. )
Nuestro
país no ha podido adentrarse en la dinámica del capitalismo industrial a
grandes rasgos, con un gran espacio rural deshabitado y dominado por 0.05% de
la población, además de una gran masa en las ciudades grandes del país, donde
la misma dinámica del conflicto rural generó que desde los 50’s empezara a
agrandarse los centros urbanos en la región andina de Colombia (justo donde
gana el NO a nivel nacional), Esto ha generado una gran capa de población que,
atrapada dentro del capitalismo consumista, y enajenada por la televisión y la
política tradicional, no hace más que reproducir el discurso de la clase
dominante. La falta de espacios de participación política democráticos y
participativos, el incumplimiento del Estado en sus deberes, La no construcción
de puentes de comunicación entre el movimiento social y popular con el grueso
de la masa, y el encubrimiento de problemáticas y luchas propias y que no hemos
dado (todo lo que está mal en nuestros territorios) en la coyuntura política
del país nos ha llevado a entrar en una dinámica de pacificación de la paz,
donde los sectores organizados hemos dado nuestro brazo a toser, ya que al
ponernos en dinámica de procesos políticos electorales y con prácticas
tradicionales, hemos abandonado los momentos de disputa política que se
pudieran generar para el beneficio de la población.
LA
PACIFICACIÓN DE LA PAZ, EL ANTAGONISMO Y LA RETOMA DE REIVINDICACIONES PROPIAS
Nuestra
coyuntura presenta una dificultad que no puede eludirse y que hemos estado
haciendo con insistencia: La complejidad del concepto PAZ y el no actuar de
acuerdo a nuestra concepción de paz. Pero entonces la concepción de paz puede
verse fuertemente confundida para los grupos subalternos: Por un lado está la
paz Estatal, en donde precisamente a lo que se quiere llegar es al
encubrimiento de las luchas justas y las exigencias de la población frente a
las políticas y el incumplimiento estatal ¿Acaso con el boom del plebiscito no
se tapó la necesidad de enfrentar a Peñalosa en Bogotá o la reforma tributaria
que la derecha ha aprovechado en decir que será para cubrir de plata a los
guerrilleros y tapando el déficit fiscal y la crisis económica que empieza a
hacer asomo en nuestro país?. Esto nos ha llevado a una etapa de quietud donde
poco o nada se ha hablado de las problemáticas reales de la gente. Las
contradicciones de fondo (de clase) se tapan y se desdibujan bajo la mala
interpretación de la política y esto nos deja la democracia electoral como el
encubrimiento de intereses de clase. ¿Pero entonces donde quedó la perspectiva
organizada de la paz? ¿Qué pasó con ese apellido que le poníamos de “justicia
social” y nuestra lucha por su consecución? ¿Será que nos hemos confundido para
la gran masa con la institución y con la clase politiquera?
Para
el grueso de la población es claro que la firma de los acuerdos no es la paz,
sino que lo que hace la paz es la solución a las problemáticas estructurales y
de toda la población. La gente sabe que el Estado nunca cumple (somos víctimas
de esto día a día), y por eso queda difícil creer en un acuerdo que el estado
firma, aparte del odio profundo sembrado hacia las insurgencias dentro de la
dinámica del conflicto y de lo cual hoy vemos su resultado en la incapacidad de
ver otras formas de justicia que no sean o l cárcel o la muerte. No estoy
diciendo que se tenga que dejar de lado los acuerdos, sino que por el contrario
no tenemos que olvidar nuestra puja desde que inicia la conversación: QUE EL
CONFLICTO NO ES SOLO ENTRE LA INSURGENCIA Y EL ESTADO, SINO QUE ES CON TODOS
LOS COLOMBIANOS. Nos hemos dejado arrebatar nuestras banderas de incluirnos
como fuerzas políticas alternativas en la consolidación de una paz con Justicia
Social, y por el contrario hemos también entrado en la dinámica de pacificación
Estatal donde se da por sentado que la dejación de los fusiles por la insurgencia
son la solución a todos los problemas y ocultar así las fallas estatales y su
responsabilidad por el descontento de la población. La gente, a pesar de no
conocer la historia del conflicto, sabe que hubo (y hay aun) unas causas
estructurales que permitieron la confrontación y que generaron esta guerra de
54 años y está violencia que parece no acabar desde la independencia. Por eso
la gente duda, nosotros por el contrario, los sectores que debimos darnos
cuenta de esto, parece que hemos ondeado las banderas del fin de la guerra
perdiendo de vista la importancia de la solución a otras problemáticas que no
se tocan de fondo en los acuerdos, ya que precisamente están sentados solo dos
partes de un conflicto que nos incluye a todos y que entre todos tenemos que
superar y construir la paz. La gente tiene claro que sin esto, nunca abrá en
Colombia una PAZ Estable y Duradera, y en definitiva lo que se pide es también
la solución a las problemáticas de las ciudades que día a día se ven marginadas
por la dinámica alienadora que mantiene.
¿Qué
papel hemos jugado los movimientos sociales para esto? Parece que nos dejamos
pacificar y para la población terminamos confundiéndonos con el aparato
estatal. Tal es la confusión que no se reconoce de Izquierda y Derecha y se presenta
al uribismo como la oposición. ¿Culpa solamente de los medios de comunicación?
No lo creo, en realidad nosotros también nos hemos acoplado bien en la
dinámica, ya que hemos perdido esa inconformidad y hemos dejado que otros la
tome como su bandera, hemos dejado de ser antagonistas del sistema (ante los
ojos de las mayorías) para convertirnos en simples cómplices de la paz. Acá
tendremos que volver a Modonesi, quien nos aclara las dos formas en que se
presenta este término en el marxismo y que a pesar de no ser muy profundizado,
puede dar luces para entender las dinámicas que puede asumir la contradicción.
“En síntesis, al margen de un uso amplio como simple
sinónimo de conflicto o contradicción, el concepto de antagonismo en Marx
adquiere densidad en la oscilación entre una definición estructural (conflicto
capital/trabajo) más sistemática y una acepción subjetiva (lucha de clases) más
incierta, lo cual es perfectamente coherente con los propósitos y los alcances
de la secuencia establecida en el programa de investigación que subyace a su
obra: en la base económica se gestan las relaciones materiales a partir de las
cuales se configuran las superestructuras, la combinación y el pasaje del ser
social a la conciencia social como proceso de construcción subjetiva. La
culminación en El Capital de la maduración del pensamiento de Marx sella la
definición más acabada del antagonismo como sinónimo de conflicto y de
contradicción más que de lucha” (Ibíd. Pág. 58-59)
A
pesar del carácter dual del Antagonismo, se comprende que depende del momento
(la diacronía y sincronía) que se asuma para poder generar un camino hacia la
autonomía como conquista. Pero ¿por qué hablar de antagonismo en éste momento?
Porque a partir de este entendemos la condición subjetiva en la que se
desarrolla la contradicción, y que por tanto es más que necesario volcarnos a
las calles a agudizar la lucha de clase, como un agente desestabilizador para
generar así un antagonismo tanto estructural (disputa por mejores condiciones y
la confrontación hegemonía dominante-clase subalterna) como a su vez la
constitución de una identidad subalterna que soporte la lucha de clase. Pero
por esto, este momento histórico nos
exige más que nunca ganarnos el corazón de las personas, recobrar la confianza
en nuestro accionar y reivindicar las luchas de las clases populares,
conquistando la subjetividad del sujeto para la lucha política y popular y
ahora más que nunca enfrentar al Estado y a la Hegemonía Dominante representada
por las Derechas del País (Santos, Uribe, Vargas Lleras…) y volver a mostrar
nuestra inconformidad que es la misma de los sectores populares, y que se ha
tergiversado en nuestra contra haciendo que nos desconozcamos de la clase
popular y poniendo títeres y bufones como representantes legítimos del pueblo.
La pacificación tiene que contrarrestarse con la lucha por la Paz con Justicia
Social, Amplia y Democrática pero sobre todo Participativa, donde pongamos
sobre la mesa también los intereses populares a negociar y así lograr construir
poder popular desde las bases. Esto nos significa dar la participación y
escuchar a los sectores subalternos que está dominados y poner sobre la mesa
nuestra apuesta por la toma del poder para el pueblo, para en esta dialéctica
lograr escenarios de disputa que recojan la inconformidad del pueblo frente al
Estado y legitime las exigencias populares que solventen las necesidades de la
gente.
LA
NUEVA FORMA DE HACER POLÍTICA, UNA REVISIÓN ÉTICA Y LA LUCHA POR LA PAZ CON
JUSTICIA SOCIAL HACIA LA AUTONOMÍA
Con
todo este panorama, la incertidumbre y la especulación serán grandes agentes a
sortear en los próximos meses, por un lado aún queda en el aire la
inconformidad con los acuerdos, así no se sepa qué está mal en concreto ni qué
hay que rediscutir; y por el otro Uribe y en concreto los intereses
individuales de la hegemonía del país entrarán al ruedo político llamándose los
defensores de la paz y de lo que quiere el pueblo. Pero más allá del panorama
electoral, tenemos que poner sobre la mesa desde ya la construcción de esa
nueva forma de hacer política que le permita a la organización ser la voz de
inconformidad social que busca los intereses colectivos y que en definitiva
tendrá que bajarse a escuchar verdaderamente qué es lo que quiere el cúmulo de
las grandes ciudades. La frase de Estanislao Zuleta nos arroja luces de cuál
debe ser nuestra postura frente a la coyuntura. No podremos entonces caer en la
pacificación, sino que todo lo contrario, hemos de reconocer esos conflictos de
fondo que existen en nuestra sociedad colombiana, disputando y exigiendo la
efectiva respuesta del Estado para solventar las necesidades básicas de la
población y luchando por la redistribución equitativa de la riqueza. La Paz es
entonces la lucha política y organizada por los derechos de las mayorías y por
el bien del pueblo, que se suma a lo que se ha acordado en la habana entre las
FARC-EP y el Gobierno Nacional. Porque en los acuerdos no se da solución
efectiva a todas las problemáticas sociales que originan conflictos, y eso la
gente lo sabe; pero también porque los acuerdos son base de que se empiece a
ejecutar el poder del ejecutivo verdaderamente en los territorios, y que no
queden solamente en el papel, además de dar garantías para una participación
política abierta y sin armas, es que nosotros, los sectores populares
organizados tenemos que buscar la construcción de un nuevo poder real,
legitimado por las mayorías y que de verdaderamente solución a los problemas de
gobernabilidad del estado y que nos ponga como base para la construcción de una
Nueva Colombia. Pero para eso tendremos que empezar a trabajar en la base
fuertemente, escuchando sus reclamos y siendo el conducto que pueda orientar lo
que el pueblo quiere. LA ORGANIZACIÓN COMO EL MEDIO DE LA LUCHA POPULAR Y NO COMO
EL FIN O LA DADORA DE LA VERDAD A EL PUEBLO. Es sustancial la diferencia cuando
nos ponemos en el papel de los no organizados y entendemos que sus
reivindicaciones pueden tener sentido popular pero nosotros no hemos sabido
llevarlas a un escenario de disputa política organizada.
Todo
esto pasa por la reflexión ética sobre la acción política y los sujetos que la
ejercen, esta entendida como la reflexión de la libertad de acción, pero
también como la búsqueda de esa libertad y el poder de decisión que se tiene
sobre ella. Tendremos que demostrarle a la masa nuestras virtudes éticas, que
se tendrán que reflejar en la construcción de esa nueva forma de hacer
política, que verdaderamente tenga en cuenta las necesidades de la vida diaria
y lo lleve al antagonismo subjetivo. Pero para esto tendremos que seguir
construyendo, paso a paso, esa nueva forma de ser poder y de construir desde la
base, con todos los subalternos que no encuentran o no conocen opción para
pensarse distinto y construir así autonomía de acción para el bien común y
colectivo. Esto tendrá que buscar sin duda la transformación de la legislación
y requerirá buscar la Asamblea Nacional Constituyente, como apuesta que reuna
el sentir de las grandes mayorías, pero a su vez impidiendo que sea la oportunidad
para que los sectores uribistas y reaccionarios se apoderen del espacio, sino
buscando verdaderamente la transformación del país y respaldándola al calor de
la lucha popular.
A
construir el poder del pueblo,
Un
futuro sin miseria ni opresión,
La
lucha por la paz con Justicia Social
[1] ARIAS,
D. (2015). 'El diálogo es hoy una necesidad de la humanidad': Estanislao Zuleta
- Proceso de paz - El Tiempo. El Tiempo. Retrieved 4 October 2016, from
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