“Es preciso rescatar para el
presente y para el futuro la vigencia viva del pensamiento político de don
Simón Bolívar. En su filosofía y en su doctrina existe amplio espectro para
encontrar solución a los problemas diarios epidémicos y endémicos de estos
países hispanoamericanos. Quienes después de su parábola vital engañaron a los pueblo escamoteando la
verdadera doctrina bolivariana para sembrar exótica planta constitucional en
nuestras naciones, son culpables de la suerte desgraciada de estos países
americanos” (Bolívar Vive. Velasco, 1984)
Y es precisamente rescatando el
pensamiento del libertador, que hay que rescatar un principio fundamental de
éste, que es la Unidad, esa bella palabra que en la política tiene que retomar
vigencia pura, tiene que constituir principio y bandera de la lucha y la
reivindicación de las masas pobres de américa latina. La unidad, defendida con
principios, puede construir los caminos para el cambio en las masas, puede
llegar a hacernos fuertes para derrotar las fuerzas malignas que controlan el
poder de nuestro continente. Desconocer este principio básico para el mundo
moderno es contradecir la lucha misma por un sistema justo e incluyente, es
igual a no hacer nada, y solo los enemigos de la paz le apuestan a la
fragmentación para ver derrotado al pueblo.
Y es que somos hijos de un pasado
fragmentado, de una oligarquía que ha logrado separarnos como hermanos y
hermanas, como compatriotas que vivimos sumergidos en el sistema impuesto por ellos,
pero también es tarea de nosotros luchar para que ese principio tenga validez y
no se corrompa ni se pierda en el camino de la revolución. Bolívar sabía que la
unidad es la fuerza para vencer en la lucha contra el opresor, y que así como
ellos se unen para derrotar los intereses de las mayorías, si nosotros nos
unimos podemos vencer al opresor y de forma definitiva.
Todo inicia desde nuestra propia
colectividad, de cómo muchas veces nos engañan intereses individuales en vez de
propender por lo colectivo, de cómo frente a los problemas y discusiones
preferimos alejarnos, pero no somos capaces de dar las discusiones dentro de la
colectividad, para llegar a conclusiones que de seguro servirán más que la
fragmentación. Somos tan tercos frente a las diferencias, somos tan débiles
frente a los problemas, y no asumimos las discusiones para solventarlas, que
preferimos alejarnos y fragmentar la colectividad. Es que lo que nos une, más
que lo ideológico, es simplemente nuestro origen y nuestras metas, “somos los
de abajo y vamos por los de arriba” dice una canción, y en ese sentido tenemos
que ser los de abajo unidos contra los de arriba, porque nuestra lucha no puede
ser entre nosotros mismos, porque perderíamos por completo nuestra senda hacia
el cambio y la transformación.
Pero la unidad no es simplemente
generar colectividades aparte, dispersas unas de otras, sino va más allá.
Tenemos que ser capaces de construir desde nuestras diferencias, y no apostarle
a un sectarismo burgués que para lo único que sirve es para debilitarnos. Ante
todo la unidad compañeros, porque eso nos convertirá en vencedores. Pero
tampoco una unidad sin bases, una unidad desorgánica, todo lo contrario,
nuestra muestra de unidad es de procesos organizados, críticos y propositivos,
con un fin claro y preciso, y con unas consignas comunes y constructivas.
Hago un llamado a la unidad del
pueblo colombiano, latinoamericano, porque como lo creía el che, martí,
bolívar, camilo torres, y muchos otros, nuestra patria tiene que ser el
continente, y la unidad tiene que nacer desde esté para combatir al
imperialismo que nos llega de afuera para jodernos a todos por igual. La patria
grande no es utopía, sino que se construye día a día, fortaleciéndonos desde
nuestro entorno. Comprendamos que la solidaridad entre los pueblos es el gesto
más hermoso que se puede generar en nosotros como sujetos. La lucha no es solo
de un territorio, sino de una clase oprimida frente al montaje capitalista que
han impuesto las clases dominantes.
Construyamos desde las bases,
sembremos semillas de unidad, de fraternidad, comprendámonos como semejantes,
contribuyamos a que cesen los partidos y que la unión nos acoja como hermanos.
“General, vuestra patria no ha
muerto mientras exista vuestra espada; con ella volveréis a rescatarla del
dominio de los opresores” le dice Camilo Torres Tenorio al libertador en el
congreso granadino después de encontrarse derrotado. Y es deber de nosotros
empuñar su espada bajo la consigna de la unidad.
Oscar Carvajal.
Grito Histórico