domingo, 13 de marzo de 2016

CRÍTICA A LOS ECÉPTICOS Y OPOSITORES DEL PROCESO DE PAZ

CRÍTICA A LOS ECÉPTICOS Y OPOSITORES DEL PROCESO DE PAZ

Empiezo este artículo con una reflexión frente a lo que la paz significa en la realidad actual de Colombia.
En un país que ha estado marcado por la violencia, desde la conquista por parte de los españoles hasta este siglo XXI, se hace necesario que Colombia, por fin, sepa que es lo que significa vivir en un escenario de justicia social, pues la hegemonía oligárquica se ha encargado de mantener y fortalecer el sistema de gobierno imperante.
Ahora bien, el presidente en turno Juan Manuel Santos, entra en un proceso de negociaciones de paz con la guerrilla de las FARC-EP, evidentemente ante el reconocimiento de que para sus fines políticos e intereses, el financiamiento de la guerra no deja cimentar la entrega de Colombia a las multinacionales y trasnacionales, por ende este proceso se hace, para él, necesario puesto que en donde la insurgencia tiene presencia e influencia, se ve estancado su proyecto de intervención capitalista.
Esto ha fraccionado la derecha, pues para unos la guerra es la mejor forma de lucrarse y hacer crecer sus cuentas e inversiones bancarias, lo cual ha generado una serie de críticas y controversias en torno a los que están en contra del proceso, los que quieren realizarlo a su modo y en su defecto, quienes lo están llevando a cabo.
Para algunos el Uribismo, representa lo que es la oposición a las negociaciones en la Habana, pero no es tan así como lo plantean, Álvaro Uribe como terrateniente, concibe que es mejor financiar y apoyar la guerra en nombre de la paz, que sentarse y ceder moral y políticamente a negociar con los “terroristas”, pero él no es el único “crítico y opositor”. Personas como el excomandante del Ejército, el general retirado Harold Bedoya, piensa que “negociar de tú a tú, afecta la moral del Ejército y de los colombianos”, al igual que para el columnista, Rafael Nieto Loayza, los diálogos son darle ventaja a las FARC y Jaime Ruiz, presidente de la Asociación colombiana de Oficiales en Retiro de las Fuerzas Militares (Acore), piensa que "la excesiva generosidad del Estado en este proceso, constituiría una gran muestra de debilidad que sería hábilmente explotada por los terroristas".
Pero también hay otros sectores preocupados, no por las condiciones en las que se llega al diálogo, sino por lo que se va a negociar. Y el coco de los puntos que se pusieron sobre la mesa tiene nombre propio: reforma agraria, participación política, cese de hostilidades. Uno de los más vehementes opositores a estos puntos de la negociación es el presidente de Fedegán, José Felix Lafaurie. Para él, detrás de esa solicitud se esconde el interés de las FARC de hacer una reforma expropiatoria. Al respecto, el gobierno ha declarado en forma categórica que las propiedades agrícolas adquiridas legítima y legalmente no serán tocadas y que la equidad se buscará a través de la restitución y la titulación de baldíos.
Todo esto denota que las negociaciones, es decir, los puntos tratados en las mesas de la Habana, están afectando los intereses económicos y políticos de la Derecha colombiana, y más allá de eso, mitiga su política de que al conflicto armado se le acaba con guerra.
En un país que lleva un poco más de medio siglo de violencia, necesita buscar otras vertientes y miradas a la solución de éste conflicto, por eso es que oponerse al proceso de paz, de manera tajante, es evidenciar la voluntad que tienen los que dicen construir un país diferente, pero ¿Cuál es ese país diferente?, ¿un país que siga siendo marcado por la muerte, el desarraigo y la miseria? No es pensar solo por ellos, sino dar cuenta de que muchos han sido desplazados o han muerto por esta confrontación, y la oligarquía colombiana, esa que no se reconoce en este proceso, se preocupa por saber si los guerrilleros van a pagar cárcel, si van a estar en la política o si van a representar el derrocamiento de su poder.
Lo más importante aquí es conocer de dónde y porqué nace el conflicto y qué es lo que ha hecho que aún se mantenga, un país en el cual la oposición política es un delito, amerita cárcel, persecución y muerte, y no hablo sólo de la oposición armada, hablo de la oposición que está en las calles día tras día.
Para ser críticos de este proceso hay que ver que aquí se está hablando de una nueva etapa para Colombia o la continuación del conflicto interno, por eso es que los invito a que se limiten a escuchar la euforia de un pueblo que exige y anhela con fervoroso deseo, esa paz para todxs.
La paz no es silencio de fusiles, es justicia social para todos los civiles.

Cristian Caballero.

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