La organización, es el escenario de
construcción colectiva en donde nosotros como sujetos críticos y
transformadores de la realidad, realizamos el sueño de la emancipación. Pero
también es el espacio donde como seres humanos nos cualificamos, y no solo de manera
académica, sino que esté se convierte en un espacio de reflexión que nos ayuda
a cambiar nuestros errores, y a vernos como en un espejo que puede reflejarnos
tal y como somos. La organización es la máxima muestra de unidad, y no solo
pragmática, sino que hace que el sujeto se reconozca en un grupo con
necesidades y problemáticas, de donde emerge el ánimo de juntar fuerzas por un
fin colectivo. Sin duda, se trata de sujetos que pasan necesidades y que al
reconocerse, son capaces de luchar y sobreponerse a ellas, para que demás
personas puedan ver la realidad y se rebelen a ella; por eso, la organización
más que razón es amor, amor por las personas, por el cambio y la
transformación, es un sentimiento por una utopía que no está presente
actualmente, pero que se sabe en nuestro interior que va a llegar,
convirtiéndose en parte fundamental del sujeto organizado.
La organización está entre la
gente, y tiene que estarlo; una organización que se piense que está por encima
del pueblo es simplemente el reflejo de la individualidad puesta como palabra
colectiva. Es el amor de las personas hacia la lucha lo que convierte a la
organización en el cómo, porque es en ella donde la masa puede expresarse,
puede hablar libremente y dar su opinión frente a lo que vive. La organización
es para la gente de barrio, de a pie, de a caballo, para el campesino y el
obrero, para el trabajador y el desempleado, para el estudiante y el
analfabeta, para toda persona que se considere en pie de lucha. Es el pueblo
quien direcciona el cambio, y la organización debe ser la herramienta para
alcanzar ese anhelo.
Es lamentable cuando una
organización se crece por encima de la masa, cuando no se escucha la sabiduría
del pueblo, que no es sabio por sus estudios, sino por su experiencia y su necesidad.
Es triste cuando se confunde la espontaneidad de la gente con caprichos
momentáneos, ¡El PUEBLO NO TIENE CAPRICHOS! El pueblo es consciente y sabe para
dónde va. Desanima ver como se pierde el rumbo, y en busca de soluciones, se
deforma el proceso y el sentir del pueblo, se confunde la dirigencia con el
mandato, cuando el mandato lo da la gente. Es por eso que la organización tiene
que nacer de la espontaneidad de la masa, porque es ella quien la construye, y
no al contrario como parece a veces. No se puede subestimar una organización o
una acción por su manera autónoma o coyuntural de nacer, sino que gracias a
esto es que vive y se genera más organización. Es necesario que nuestra
convicción sea firme en el ideal, más que a la organización, ya que está puede
ser viciada y corrompida por intereses mezquinos, pero el ideal no puede
viciarse jamás.
“QUE QUEDE
CLARO, QUE ES EL PUEBLO QUIEN DIRECCIONA Y LA ORGANIZACIÓN QUIEN ACCIONA EL
MANDATO POPULAR”
Oscar Carvajal (Colectivo Raya Roja)
Carol Tovar (Colectivo Grito Histórico)